No hay nada que induzca tanto al Silencio como la contemplación de la Verdad. Por eso estamos permitiendo que la Verdad se presente. Porque a partir de ahí, nuestra mente superficial se quedará en silencio por comprensión, por reconocimiento de lo que es nuestro ser. El contemplar la verdad conlleva un silencio de las zonas pensantes. Al mismo tiempo la visión clara de lo real debe ser expresada. La palabra, cuando se origina en la visión verdadera, no rompe el Silencio.
"La libertad y el Amor". Consuelo Martin.
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