Técnicas de Sanación

Aquel que ha contemplado la belleza se vuelve bello para siempre

viernes, 25 de noviembre de 2011

La rana que no sabía que estaba hervida (I)

Imaginen una cazuela llena de agua, en cuyo
interior nada tranquilamente una rana. Se
está calentando la cazuela a fuego lento. Al
cabo de un rato el agua está tibia. A la rana,
esto le parece bastante agradable, y sigue
nadando.
La temperatura empieza a subir. Ahora el
agua está caliente. Un poco más de lo que
suele gustarle a la rana. Pero ella no se
inquieta, y además el calor siempre le produce
algo de fatiga y somnolencia.
Ahora el agua está caliente de verdad. A la
rana empieza a parecerle desagradable. Lo
malo es que se encuentra sin fuerzas, así que
se limita a aguantar, a tratar de adaptarse y no
hace nada más.
Así, la temperatura del agua sigue
subiendo poco a poco, nunca de una manera
acelerada, hasta el momento en que la rana
acabe hervida y muera sin haber realizado el
menor esfuerzo por salir de la cazuela.
Si la hubiéramos sumergido de golpe en
una cazuela con el agua a 50 grados, de una
sola zancada ella se habría puesto a salvo, saltando
fuera del recipiente.
H/s un experimento rico en enseñanzas. Nos
demuestra que un deterioro, si es muy lento,
pasa inadvertido y la mayoría de las veces no
suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía por
nuestra parte. ¿No es precisamente lo que hoy
se observa en muchos ámbitos?

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